Cae,
hace agua.
Nada,
hace tierra.
Vuelve,
muere a fuego lento.
Por cada escalón,
una vez si, otras dos no.
Crece en silencio, adentro
y por afuera, el mundo gravita.
Más acá, comprendo que callar
o elegir hablar, es el precio cuando...
no hay nada que perder.
Paradoja circunstancial del vaiven,
que queriendo todo nada consigue y cuando
nada quiere, todo biene.
Contradicción, entre las opciones a elegir
si vivir o vivir para morir, cuando finalmente
siempre vamos a perder.
¿Como sostener que nada hay para perder?
Será que acaso, ya estaba perdido...
y en algún lugar de mi ser ahora lo sé...
¿Pasará?
No hay comentarios:
Publicar un comentario