Ahora que no me pregunto,
por no complicar, no pregunto.
Sospecho, que imposible
darle ventaja, a él
que siempre se me adelanta.
Detrás, dirige el zeppelin
de mis sueños y pesadillas
de mis noches astillas
premoniciones que
exhibe y hay que saber leer.
Me casó, dejándome en las sombras
de las viscocidad y el moho.
Postergo, entonces, lo que en serio
debería ser enfrentarte.
¿Cómo alumbrar la oscuridad?
Si tengo miedo de encontrarte...
Cuando te cruzo, esquivo
mi cuerpo y mis ojos
no miro, donde es silencio.
No puedo decir, que
no estás aquí golpeando parejo.
Tampoco negar,
y lo admito.
Sin embargo,
no puedo hallar
esa forma irregular
que adormezca mi furor
acobije mi temor...
Me alegro, que por esta senda
en la cual te cruzo,
me vengas a encontrar.
Me alejo, porque esta senda
está muy lejos de aquella
que mientras camino
desde aquí anhelo.
Deseo y tengo miedo
de que un día
se encuentren en nuestros pasos.
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