Detrás de la tranquilidad,
al costado de la locura.
Al servicio de tu obra,
nadando por el piso
por osmosis circular
los téntaculos de tu imaginación
se amarran a mis cabellos
sobre su cromado,
a despecho de su textura áspera
sobreviven y penetran
como flechas, llegan
invariablemente,
y albergan, sus vibraciones
los silencios hablados.
Se pegotean las ideas
y vuelven a mancharse
cuando se enganchan
y se sueltan y se enganchan
y se descosen y bailan,
patinan, ríen, engarzan
el misterio y renace
otra vez, la necesidad
de ir al encuentro.
Escapan, cuando se hacen letra
y saltan, cuando se frenan,
hacia los dientes que tercos
insisten, aguardando el momento
para tomar la iniciativa,
esa que nosotros sentimos
cuando sabemos que lo prohibido
es finalmente lo que despierta
y calma nuestra sed.
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