atiendo las voces hostigantes
que proclaman, otrora medicina
para la impaciencia de mi osadía.
Respiro, el aire intocable, me atraviesa
Se lleva consigo el descargo
de los movimientos, ora languidecidos
en las olas de la sangre, en la procesión.
Hasta allí...
es donde siento que aunque no cese
comando el tiempo,
y lo freno...
justo allí
donde me desligo de mi.
1 comentario:
Muy bueno!
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