miércoles, 20 de febrero de 2008

XIX

Un doble:

Suspiros en la noche,
silencio que bulle en la oscuridad,
una luz prendida a lo lejos,
a veces tan cerca que encandila
El candelabro impúdico
rozagante en telearañas
incrustado en el medio del pasillo
boicoteando el ansiado encuentro.

La obra se sigue al final del camino,
el guion para no ser malentendido
acompañado de actos insospechados
comienza a desplegarse en un
encuadre maquiávelico.
El miedo acecha, los nervios
recorren vena por vena.

Es la puerta que llama,
Son las bestias que aullan,
los ojos que miran
inyectados en sangre
penetran junto con los colmillos,
el cuello aferrado a las garras de
Mr Hyde, pugnando estrangular
a su inocente víctima.


Hablando en serio:

Detrás un Jekyll apasionado,
emblemático sujeto inglés
contenedor de sáberes codiciados,
dependiente de sus propios límites,
que se hunde en su propia ambición.
No retrocede. Y se ahoga allí.
Conquistador y solitario.

Embriaga los oídos,
todos los sentidos,
hombre desapercibido de ciudad,
disfrazado de Mr. Hyde
Inversamente proporcional
a esa agresividad inabarcable
es su fragilidad infinita.

¿Dónde estará mi Dr. Jekyll
para qué lo cuide?
Y me pide que lo cuide...
¿Qué está cuidando Mary?
¿Una bestia o un caballero?
Quizás algo de los dos.

No hay comentarios: