lunes, 28 de septiembre de 2009

Olvidos Cotidianos II

Entonces, les cuento la vez que me olvidé del cumpleaños de mi hermana.
Hacía mucho frío, pero menos que para mi cumple, me había dignado de una buena vez a hacer esas cosas nunca queremos hacer, pero claro... pifié: era viernes. La city, un caos. La gente, destruida connotando en su rostro una mezcla de alegría y cansacio. Al fin la ansiada víspera de fin de semana. Después de los póstumos trámites, me fui a lo de mi amiga Liz, era la época que la ayudaba con su microemprendimiento de collares, al irme salí apuradísima ¿Y qué me pudo haber pasado? Me olvidé el celular! Ja! Y encima me olvidé que me olvidé, porque recién me percaté cuando estaba a siete cuadras arriba del odiado y tan querido, 92. "bueno, fue, la semana que viene lo vengo a buscar". Otra semana sin celu, no es tan extraño en mi, sin contar cuando me quedo sin crédito. Bueno, llegué a las mil quinientas a casa y cuando entro: ¡Sorpresa! Por Dios... ¡¡¡¡¡¡el caaaaaaaagazo q me pegué!!!!! ¡¡¿¿¿Que paso???!! ¿Qué hacía toda esa gente desquiciada en mi casa? Y me cayó, si me cayó la ficha... era el cumpleaños sorpresa a mi hermana Maria de los. Todos re puteandome y sí, tenían muchas razones para hacerlo. Menos mal que mi hermana nos dio tiempo a que nos preparamos todos para su ansiada bienvenida, llegó una hora después.

No sé porqué todas las anécdotas que se me ocurren atañen al celular. Así que la que pensaba contar la postergo y les cuento otra.
Resulta que salía con este chico que creía yo que me amaba mucho y después se fue con la primera que se le cruzó, pongamosle Julián. Aquella era una época que tenía muchas actividades y la mayoría las hacía sin ganas, cual adolescente en boga, gustaba de dormir largas siestas. Ese día, Martes ¿Les gusta? Suena el teléfono que por acto reflejo atiendo... muy dormida desde ya: "Belen! Belen! estás durmiendo te voy a matar!!! hace una hora q te estoy esperando!!!!" uhh cagamo dijo ramos. Rememosla: "juli amor! si... perdoname me quedé dormida pero en 10' estoy ahí!! te lo prometo". Aceptó, no muy gustoso, pero aceptó. Debo confesar que no sólo me había olvidado de la cita, sino que además me había quedado dormida, impidiendo cualquier margen a mi fucking inconciente de resarcir su error, tarde, pero justo a tiempo. Suena el teléfono de nuevo...
"Belen! te estoy esperando ya pasaron 20 minutos!" Belen, dormida, atendió el teléfono. "no nena!! otra vez te quedaste dormida!!!!! esta no te la perdonoooo!! me voy ya para mi casa". "no no, Juli, amor!! no estaba dormidaaa! como iba a estar durmiendo?? Me retrasé porque tuve que ir al baño..." No creo que me haya creído, aunque me creía cada cosa. Les resumo el final: para esa instancia, ya lo tenía en la puerta de casa re caliente! y no de la forma que más nos hubiera gustado... Juli, si, me fumó. Yo también fumaba. Ambos fumabamos, pero me sacó buena... por suerte para el que siguió.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Olvidos Cotidianos I

¿Y qué hacés cuándo te olvidás las llaves de tu casa?
Si tengo el celular, llamo a casa y pregunto si hay alguien. Pero la vez que me pasó, no había nadie. No fue esa la primera vez que llamé y nadie acudió.

Peor una vez que perdí el celular. En realidad, fue una vez más, producto de mi olvido. Fuimos al gimnasio como acostumbramos con mi amiga Mariel, hicimos la clase, volví a casa, cené, me bañe y cuando a las 12 de la noche fui a buscar el celular no lo encontré. No me digan que no es una sensación ambigua esa que te arrebata cuando "no lo podés creer", cuando tratás de entender qué pasó y es una pantalla negra o blanca y no podés ubicar ese momento clave. La cuestión es que llamé. Apagado. Y bueno, no voy a llorar sobre los restos de lo descartable. Es más, asumí que era algo bueno estar sin celular, no sólo por el hecho de evitar su efecto cancerígeno, sino porque me sentía más libre. Verán, mi viejo no pensaba lo mismo. ¿Y ahora cómo me iba a ubicar? En vano era explicarle que si alguien quiere encontrarte, no necesita del celular, y pero es así, el aparatito ese de porquería, le hace tener al prójimo la ilusión de que sí. Por otr lado, es cierto que le molestaba más a los demás mi extravío que a mi.

Otra vez me olvidé la bufanda, la carpeta, los anteojos, la plata, los documentos, la entrada, la cita, el mate con amigas, la yerba, el horario que tenia que viajar, la de las llavé ya la nombré y muchas más.

Sin embargo, hay olvidos que duelen y disparan vaya a saber uno el odio o el amor de dónde. Cuando era más pendeja que ahora, salía con un chico. Un día, cristalización de un proceso, dije esto no puede seguir más así porque es más sufrimiento que placer, por lo que salida fácil: elegí por los dos. Yo creía que el estaba profundamente enamorado de mi y por tal, tenía que religiosamente llorar por mi todas las noche, estar en duelo por meses y hete aquí que no fue así. Rápidamente, se olvidó de mi. ¿Cómo podía ser? No lo podía concebir, agujero negro otra vez señores! Así que procuré despertar en él un profundo y grandísimo odio más que el amor que me había podido tener -dado que no había alcanzado- y una vez que nos encontramos en un boliche cualquiera, se podrán ustedes imaginar la idiotez que cometí.

Otros, en vez de que decidiera yo por ellos olvido o recuerdo, presencia o ausencia, han decidido por mi. En un circuito de intercambios diplomáticos y con ayuda del paso del tiempo más allá de las ofensas mutuas, acabaron por no consentir mi idiosincracia histérica en la formalización de un amigable trato muy parecido a la amistad. Lograron de ese modo, librarse así de mi insistente revindicación aunque un poquito tuvieron que padecerla. Un caso de esos, fue una vez que me olvidé la promesa que había hecho y me fui al carajo. Después que estaba todo bastante "tenso", me acordé. Claro, tarde. Siempre tarde Pez. Porque mi inconciente me avisa, de una forma extraña pero me alerta, así que no traiciona, después me devuelve la pieza que me faltaba para resolver la encrucijada, que ya es una película de suspenso, terror y amor (?). Tampoco colabora que la otra persona un austrolopithecus y no contemple que a veces también nos olvidamos que... En fin, eso desencadenó una "irrisoria" -para mi aun no entendia el porqué- reacción de agresividad en él, desconcierto en mi (Belle Indifference), con la consecuente entonces, suscitación de armado de la película. Yo de chiquita veía muchas novelas y pelis de Disney.
También me tocó padecerlo, así que tal vez es por eso que lo hago padecer... sin querer.
Una vez mi vieja se olvidó de mi. Yo salí del cole y mi vieja no estaba. Volví a casa y toque mucho el timbre, nadie acudió. De tanto timbre se ve que lo escucharon los fervecientes vecinos, porque eran nuevitos nuevitos. Me invitaron a pasar, yo siendo políticamente correcta y cuidando mi inocente niñez me negué de forma no muy convincente varias veces, pero finalmente entré. Me prepararon la merienda y me enseñaron a jugar al Pac Man en la PC (era la primera vez que veia una) Me sentía... oh! como nunca! Your majestic the baby! Y la vi pasar... a mi vieja desesperada por la ventana, me quedé mirando y pensando "¿Qué hago? Esta loca me va a matar". Tenía razones, mi vieja era genéticamente y culturalmente tana, y no sólo eso. Ya había pasado que ella se había olvidado de mi, yo había hecho la mía y al reencuentro: paliza. Hoy por hoy, me puedo reír y cómo! jeje
La cuestión es que le dije a mi vecino "la vi pasar a mi mamá". Ellos le habían dejado un cartel que obviamente mi vieja no había visto, la cual hubiera resuelto el enigma y me hubiera a priori, "salvado". Finalmente, mi vecino que ya estaba alertado de mi temor mamistico, se me anticipó e insistió para que mi exagerada madre no se la agarrara conmigo. Lo logró, afortunadamente para todos. No hubiera sido un buen comienzo de vecindad.
Otro día, sino me olvido, contaré matizado con invento, otros olvidos cotidianos. Algunos muy graciosos rozando lo patético. Pero así soy yo, una histérica olvidadiza.

martes, 22 de septiembre de 2009

Anhelo

Que la sangre que parte,
se vuelva manantial
y calme mi sed.

Que la soledad que sobrevuela,
no vigile más, este miedo
loco de volverla a encontrar.

Que el silencio, no apague mas
la llama del amor y el latir
de este corazón pueril.

Que los pasos sigan hacia allá
sin mirar atrás, sin medir
ni contar los kilometros.

Que los rompecabezas,
recuperen sus piezas
del olvido acéfalo.

Que los sueños pesadillas
devengan cosquillas sobre
tanta realidad carnivora.

Que el agua limpie este dolor,
y el dolor se hunda en el colchón,
al tiempo que resucito otra vez.

Y que las palabras por fín,
vuelvan a cantar su prosa bendita,
su misterio sagrado...

Anhelo, si.
A veces anhelo.
Lloro, si.
A veces lloro.

Grito, sí.
A veces grito.
Y muchas veces más
vivo, aunque parezca un engaño.

Anhelo, sí.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Excribir

Si hoy escribo, es porque no basta el sustantivo para desarmarme en un ritmo fijo. Si la tensión que engendra esta necesidad, se haya en algún lugar es desde allí donde perpetua esta correntada gramatical.
Cuando escribo, más acá de lo que podría decir me excede la exageración y deviene ficción el paraído terrenal que me abraza. Y le doy una vuelta y otra, tipeo, cuelgo, bebo, pienso... fumaba. Nunca fue fácil, nunca lo es... mucho menos ahora, que hablo en singular.
Otra veces, cuando vuelvo a flotar y la brisa imaginaria mece mis palabras escribo lo estéticamente bello, ora lo feo zigzagueando los extremos, chocando con los muros o quién dice sino, midiendo la distancia y el calibre de aquel sentido que encarna las palabras. Eso es el miedo.
Y escribo, girando al descubierto... calesita sinfónica, caballito de mar, burbujeo a veces. Cuando se me da la gana, en soledad e insomne le dedico a esta noche una metáfora exquisita.
Escribiendo, es cuando resucito y vivo. Decanta pues, el título de este solitario blog. No creo que nacido con otra intención. Hubiera preferido, si... creo que si, se que se leyera sin que por eso fuese popular. El dolor, la angustia y la subversión no hacen insignia.
Por otro lado, puedo soltar las riendas de mi inquisición y dibujar con un trazo sutil y destellante un segundo, dos milimetros, un gramo de felicidad y excomulgar la sensibilidad que llevo dentro y encierro en las fauces de un callejón hostil y gruñon, doloroso e impío. Porque suelo y hoy lo puedo decir, invertir la ecuación, por lo que en vez de venderme, doy todas aquellas razones por las cuales no debería invitarme a su hogar... en vez de confiar en la tersidad de una mirada, me encierro en las llamas del infierno. Y pululo, entre el borde de la inmensidad y el borde de la miserabilidad. Y me culpo, maldigo y sacrifico en la exageración del grito... y exageración, porque es sordo el oyente, porque es ciego... y se olvida que la indiferencia, es lo más crudo de la existencia.
Vuelvo. Tan finito es el borde que patético y bello puede ser este porvenir inusual. Si el mar me arrastra, las olas me devuelven ¿Será una utopía creer en una estabilidad? Es porque reflexiono que me pierdo, es porque me atrapa la red laberínstica de pensamientos absurdos que no puedo salir del mar de problemas que intento resolver.... y una ola es que me trae de nuevo hasta aquí. Y dejo de ensayar y empiezo a escribir....
De hecho, una vez escribí. Cada tanto, tengo la costumbre y a veces la inspiración de tallar la piedra y manchar el papel, horadar un hueco virtual en el cual despositarme, entera y cercenada mi alma toda y solitaria.
Entonces, vuelvo a escribir. A veces, incoherentemente y complicando la metáfora, es que a veces me pasa que no sé qué hago aquí y qué pretende decir, este más allá de mi. Qué quiere gritar en ese alarido sordo, cuando le duele la garganta de tanto intentar decir lo imposible del peso que gravita.
Y en este final, todo vuelve a empezar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Exajenada

De hecho, una vez escribí. Cada tanto, tengo la costumbre y a veces la inspiración de tallar la piedra y manchar el papel, oradar un hueco virtual en el cual despositarme, entera y cercenada mi alma toda y solitaria.
Entonces, vuelvo a escribir. A veces, incoherentemente y complicando la metáfora, es que a veces me pasa que no sé qué hago aquí y qué pretende decir, este más allá de mi. Qué quiere gritar en ese alarido sordo, cuando le duele la garganta de tanto intentar decir lo imposible del peso que gravita.
Es grave, el ritmo y la melodía, aún cuando exagero.... es que me estoy refiriendo al tiempo y su palpitar, a la gravedad y su inercia. El espacio no alcanza, si no hay un abrazo en el cual regocijarte. Y es que si lo hay, otra vez lo hago con poesía y aun asi, ser tan siniestro y tenebroso.
Y por eso se entiende la crónica que de ese viaje parte, y ahora es ineludible la certeza, que muchas veces, uno tiene la tendencia de relativizarla en la duda, y ahora es cierto. Pero hay un acto que cava, un surco, dos curvas, un sitio habitable... incluso en la exageración ajena.
Sobrevivo en mi ausencia donde no es necesario regular la distancia, donde la cosa no se juega, no apuesto ni gano, ni expulso, ni es bello, ni feo mucho menos pesado.
Ayer un niño jugaba conmigo, mi mirada y mi sonrisa, desapareciendo de mi vista. Lo patético de ello, que la risa recubría, es la necesidad de sostener allí una presencia matizada con ausencia cuando es "en serio" que el niño cae y muestra que sus ojos no ríen y no dicen nada. Por eso yo, yo no podría ser psicoanalista de niños.
Y sin embargo, seré tan responsable que no cierro los ojos ni me callo, tampoco suelto la soga y ni le retiro mi palabra. Y ello no es para mi un sacrificio... sólo apuesto a la palabra. También deseo, más allá de mi, deseo y eso a pesar de que no tenga ni la más mínima idea de qué se trata, aunque el niño replique y yo abdique.
Tengo mis ideales, y no puedo dejar de remitir a ellos, que si la angustia le roba a la pulsión su certeza, encausando el deseo... no puedo objetar este lugar. En definitiva, hasta cierto punto, aquí es donde ¿siento? que "quiero" estar. Y lo mejor de estos casos, es que no espero nada.
Here comes the sun... me entusiasma pensar que el sol ilumine el silencio, que abra una puerta posible por donde pasar, y por el portal del espejo se refleje renaciente.
No sé qué me hace pensar (y trocar, al fin!, trocar el sinfe) que esta vez no va a ser igual, y que este "inmundo" va a cambiar. Del fondo, de la superficie terrenal, algo ya cambió.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Hoy quisiera decir...

Hoy quisiera decir
para bien o mal,
para quien quiera escuchar.

Lo que en privado, me privo
ora mermando las ganas
ora aumentando el deseo.

Quisiera decir...
que no me da lo mismo
contigo o sin ti.

Que tu presencia me sienta,
y tu ausencia me inquieta,
y no es lo mismo, contigo o sin ti.

Que cuando esa mirada te atrapa,
que cuando esa voz, te endulza...
¿Qué podría ser igual?

Insisto, no me da lo mismo.
que aunque no sé qué quiero,
sin embargo, quiero.

Y aquí estoy, para su capricho
para su juego, para su voz.
Para sus besos, para su piel.

Y él sabe, que también me voy
y me olvido. Llego tarde y me irrito.
Hago y deshago, viajo y sigo.

Vos sabés que no me da lo mismo,
ya lo he dicho algunas veces
lo he hecho otras tantas.

He confesado, y lo vuelvo hacer
lo volvería hacer y lo hago.
Que lo que soy no lo sé,
¿quién pudiera ser para ud?
si no soy para mi, mas no-ser que ser.

Quizás no le importa,
quizás me equivoque,
quizás no funcione
quizás no hay nada
que él quiera decir.

Pero como tantas cosas y más,
Aun no me da lo mismo,
Eso es una confesión
y usted,
usted, lo sabe.

Hoy quisiera decir...

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Dualismo

El problema no es si cielo o infierno,
el problema es el dualismo irrisorio.

Esta forma de pensar,
esta estructura de pensamiento.

El prisma que insiste en su reflejo,
la interpretación que significa
automática y no admite,
no admite falta.

Y aquí, otra vez.
Entre el horno y el freezer.

Y aquí, otra vez...
escapándole al sustantivo,
para inscribir un verbo.
Soltarse, otro poco de este lugar
y en el intersticio crear
un mundo terrenal posible.


Cielo

En las nubes adormecerse,
en lo fecundo de un decir, alojarse.
La estela de brillantina,
los soles de cada día.
La excusa perfecta.

Lo romántico del mundo
desde aquí para allí.
Lo sentido y placentero
de este vivir verdadero.

Donde es posible que...
sea posible, lo imaginado.
lugar ideal, aterciopelado.
Sentir, vivir, soñar.

La compañia al costado,
volar impensable
del deseo la voz.

Va y viene,
viene y va.
vamos y venimos
venimos y vamos.

Lo perfecto
del círculo y el encuentro
la verdad, presente.
Sobre todo,
la presencia y la ausencia.
Lo omnipresente,
lo sublime, lo ideal
lo amable...

La tranquilidad del viento
rompiendo en la nube,
su agresividad amorosa,
su caricia perfumada.

¡Disfrutalo!
Es la ley de amaneceres
frescos y divertidos.
es la estrofa de una canción,
la metáfora de una poesía
las mil noches recuperadas.

Es renacimiento,
es la cima de la montaña.
Es la alegría de vivir,
en el cielo habitar
junto a vos.

Infierno

Aquí, en lo inmundo.
en lo subrepticio de esta caída.

Donde hierve la sangre,
donde el dolor es más doloroso.

Debajo y sobre el pesimismo
en lo insoslayable de la náusea.

Lo apasionado de este calor,
de este estupor corporal.

Lo amargo de este sabor,
lo trágico de esta exageración.

Y pasar, no pasar.
Del otro, a contramano.

El goce de lo prohibido,
lo terrible de lo imposible.

Lo que hay ver,
lo que hay que escuchar.
Lo que no hay que decir
Lo que hay q mostrar.

¡Goza!

Y anda, inertemente
camina el cuerpo.
Recorre, cada circuito
en el filo del abismo
siempre a punto de...

Sobre la íes,
en lo alto y en lo bajo,
a punto de estallar.
De expulsar,
y caer
e ir a buscar
y no entender....
lo complicado de este
no entender, lo inentendible.

Lo insufrible de la existencia,
en la inconmovible roca
de la incomodidad de morir así.

martes, 8 de septiembre de 2009

Senti...dos.

Y aunque sienta la eterna necesidad de nombrar,
Y sobre lo que sienta, también el verbo a lugar.
Mas todavía, si emano sentidos
hasta por los poros de la piel, se filtra...
la corretiente de sensaciones que le roban
al cerebral acontecer, su mortificación.
Le otorgan, sin embargo...
la afluencia, la influencia, la fosforencia
de la tranquilidad paradojal,
de la quietud abismal,
de las olas arrebatadas,

E irrumpe.
Con su furia y alevosía,
con su violencia insensata,
tocando, los rincones todos
E irrumpe, el escándalo.
y la exageración de este temor,
de este miedo que señala,
y ante el cual no claudica,
el deseo somnoliento.

Se aquieta en este temblor,
la sensación que placer provee...
que risas sin estación, estallan.
y lo espontaneo de este decir,
y lo metafórico de este Vivir...
cobra sentido, sin que la necesidad
de ponerlo, lo asfixie en un suspiro.