miércoles, 4 de julio de 2007

VI

He de denunciar la hipocresía,
dejando en evidencia las virtudes.
Algunas palabras, quizás de más,
siempre endulzan los oídos,
no en vano pues, nunca son tan de más.

Alcanzan, lo suficiente como para lograr retener ahí,
en el punto específico y sofisticado a un espíritu quebradizo,
sin alcanzar entonces... a rasgar siquiera, rozar... tampoco
el punto débil que haría trastabillar.

No sé si culpar a mi destino o depositar las culpas en el blasón,
sólo sé que falta para verte y sólo quiero verte.
Que si no me abrazan tus brazos, me abracen tus ojos,
Sabrás esta vez cumplir con mi ingenuidad,
Seremos cómplices en pena, desdichados y aturdidos...
estupefactos ante lo insensato,
sensibles a los desgraciados,
que como vos y yo han perdido el rumbo.

Es tu turno, de saldar las cuentas,
es tu turno, de hacerme soñar,
es tu turno, de llevarme a dormir...
el sueño eterno en tu pecho,
que dure poco y más,
o todo el infinito intervalo,
de la cuenta incesante,
de cada uno de tus lunares.

martes, 3 de julio de 2007

V

Se oculta la verdad,
Vistiéndose de obviedad,
Se pasa por alto al querer mirar,
A veces hay que tratar de no ojear,
Para a plena luz empezar a ver,
Lo que en la oscuridad parece
Protegerse de resquebrajarse en un suspiro.

Secretos inundados de mentiras,
Y no es la verdad que estamos buscando,
Pues ella está llamando en cada momento,
Y en cada espacio levantando las manos
Y como ahogada tratando de evidenciarse,
Menos tomarla por el frente y dejarla ser,
Más nos obstinamos con impactarla
Contra un espejo que sólo devuelve
Lo imposible de ver.

Lo inasible se hace oír,
Lo observable se deja sentir,
Lo inaminado vuelve a tomar el timón,
Y sin rumbo a cualquier lugar,
Culminar en el final de que
La verdad está siempre ahí.
Para quien la quiera asumir.

lunes, 2 de julio de 2007

IV

Desgastados los reclamos de una vida sin acentos,
Desbastados los andamios de una muerte sin presagios,
Es que cada tanto se imagina el alma ingenua
Las palabras que la razón le prometió,
Se revuelca enfurecida en su propia rabia
De haber sido crédula y creer lo increíble,
Que ante los ojos le vendió,
Aquella irracional y contradictoria,
Paradójica y sobretodo insensata,
Llamada razón, que no piensa,
Se deja pensar por lo impensable
Que la atrapa en las redes del sin-sentido,
Y no puede más que abstenerse de no parar,
de no poder frenar y afrontar,
la razón de no poder dejar de pensar.
A veces es sólo mover el pie izquierdo
Y la visión se habrá bifurcado para siempre.