domingo, 14 de febrero de 2010

Musa

De la música que invento
y tus contornos también.
Oriundo de lo trivial,
perfecto cretino que
obrando, invierte y
transgrede lo real.

De las comas, que degluten
una tras la otra y delante
de la que sigue, renace.
Fénix, habitue de las estrellas
escudo en las tormentas,
de estas cenizas que fueron,
metáforas que vendrán.

A esculpirse y de tus huesos,
tus ropas, tu piel, tus silencios
sello de tu unicidad, huella
que surca, un camino aún
no escrito ni cantado,
ni volado ni recorrido.

Río y mentiras, con caramelo
y dulce de leche. Hogar,
refugio de los retruecanos
que escoden sus colores,
sombras, hijas del sol,
cara a cara con la contracara.
Ven acuí, este día ya no es.

Y cuando creo, que estás
te mueves entre las sábanas,
oyendo el silencio te miro
entonces estás, moviéndote
espero, que la creación
no alcance nunca un fin,
que en-constancia sea este ritmo
y la envergadura de tu marea
un renglón, y venga una estrofa
un estribillo... un milagro,
y otra vez, te tenga que volver
a encontrar a ti, y con la
imperiosa necesidad de volver
a parar el tiempo y no poder
resistir tu insolencia crespuscular.

Sacrificar,
al servicio de tu heroismo
el pedazo que resta de mi.

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