jueves, 4 de diciembre de 2008

Complicidad

La felicidad trillada abrió al maldecir, sus brazos de terciopelo, fue suave mientras duró y como dura cualquier cosa, sólo alcanza para unos bellos momentos. Y que tan conocido y reconocida que siempre es igual... como estar bien, como una sonrisa sencilla.
Sin embargo un día te agarra un ataque de risa fatal, tan delgada en su finitud, tan absurda en su crueldad, quitando el oxígeno y casi sin respirar.... volver al presente, y aquel reciente pasado que hace llorar y otra vez estalla esa carcajada descontrolada, descuageringando todas las palabras siendo el discurso ya, una verborragia de neologismo desarreglados.
Desatina pues, aquel que aspira a la diferencia en el binestar de la sonrisa y se olvida de la arrasadora risa perturbadora ¡Oh comedia bendita! Tragedia ináudita. Entonces, luego de la euforia feroz, la tranquilidad... el silencio y las miradas mojadas que cómplicas giran de aqui para allá y va y viene, "doreando" en un impacto de seducción histérica. Relanza la comedia...
Regresa, la insoslayable melancolía a pintar el escenario de gris, porque esta frustración que se fundió en las palabras que recordaban la anécodta se resbalaron con las lágrimas que alcazaban los labios, luego de recorrer la mejilla.... ola escandalosa, finalmente confesó: "no sos vos, soy yo".
Otra vez, volvieron a reír.

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