viernes, 24 de abril de 2009

Comandante

me invadés la palabra misma, te instalas en mis ideas y revoloteas como si fuera lo único. Entras por la ventana y corrompés mis conversaciones, implantas la duda y los ensayos psiquicos. Te echo y opongo a tu inudación toda mi voluntad y este exceso que introduce me paraliza y finalmente solo hay un final, mandar el mundo a la mierda y qué tal ni son qué importa qué dirán. Que si estoy loca o soy una idiota, que tenía todo para ser feliz, que soy hermosa, fea, terca o inteligente. Que si río, si canto o lloro, si escribo o borro con el codo...
Y por qué en la espontaneidad de los decires varios, en el atolondramiento de mis trabalenguas mentales se hace hecho el exceso que sanciona: Ni eso, ni nada! Y nunca, es el momento por excelencia para que algo funcione. No marcha... y de este exceso, no puedo hacer ni decir nada.
y de este exceso, no puedo escribir nada. Y de este más, no puedo abnegarme y abyectarlo de mi cuerpo. Me manoseas, no oyes? no escuchas?
Este desarreglo, esta infusión disfuncional y distorsionada, me doblega y cada vez peor y cada vez me da vuelta y vuelta. Se podría decir que sí, que me gusta. Se podría preguntarle ¿Por qué? Y aún así, nuevamente no podré concerbirlo ni racionalizarlo. Y aquí me encuentro, hablando de él y su fundamente, y aquí me autorreprocho los reproches imaginados.
A veces me hace reír, y cómo. Cuando se encarna en alguien... pobre alguien! Te maldigo y repito, pero no hay caso... funcionás solo mientras mis pasos van para allá, estás ahí para hacerme dudar y decirme "allá o acá?" e indicarme y darme órdenes absurdas intrusivas y violentas.
De nuevo, estoy hablando de vos. En cada sesión, en cada momento, y pienso y dudo, y no paro, no paro, no paro, no paro... obsesión de mi vida por tu centralidad, obsesión que mitiga lo fundamental de esta paradoja, no hay piezas que encanjen a la perfección y aquel principe azul, sólo puede ser gris con una lechuga en el diente.
Se percataron, no? Mi síntoma y yo, hacemos una pareja detestable, pero hace tantos años ya que estamos juntos... asi no estoy sola, siempre está él y su corazón oscuro. Y aunque se torne inmanejable... es claro que si no hago nada al respecto, nunca me abandonaría y por eso, nunca es el momento perfecto para que nada marche. Aunque a esta altura, lo digo de una vez quiero el divorcio! y al carajo!

No hay comentarios: