martes, 19 de mayo de 2009

Estado

Lugares y decenas,
de lugares y centenares,
de personas y vidas,
con vidas prestadas y
canciones cantadas.

Infinitud, sobre todo
de el tiempo que pasa y sigue
se detiene, en su finitud.
Imaginar. Sólo procastinar.

Fomentar, la palabra misma
la oración perfecta,
el peligro menoscabado
el recanto inexacto.

Una historia, con sus pasajes.
Sus peajes y sus vueltas,
sus pulgas, sus pulgares
estas flechas, aquellos muros.
Los silencios. El teatro.

Inicia, a condición de un fin.
Intevalado, ovalado
premeditado, pero nunca nunca
habitado. Lo terrible de la sangre,
cuando se escapa, vuela,
y no hay cuerpo que la atrape.
Lo menguado del dolor
cuando se circunscribe,
y no hace mecha en la piel.

Lo iracundo de este estado,
más necesario que temible,
lo innecesario del a priori,
que desvía y que coarta.

Son las fauces de la muerte,
indicando al sendero,
las flechas que se pierden...
y los nuevas venturas que
se enmarcan en la linea mítica
de este neohorizonte.

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