miércoles, 20 de enero de 2010

Luz verdeagua

Sin exagerar, no comprendí qué hacía allí. No alcancé a prestar atención y ya estaba ante mi. Frenó su vuelvo fosforescente y parpadeó: nunca había visto una luciérnaga y fue sorprendente. Y después volar, entre la luz y la oscuridad, sobre los peldaños de las imágenes que se impregnaban en la memoria de un modo impenetrable.
En el compendio de este viaje, me reservo lo que sólo sentí y no puedo describir. Cada vez se ponía mejor; por momentos "dejá vu", por instantes renovación y a cada paso, un latido más y un cambio menos.

La suerte está echada. Le ganamos a la vorágine y esas luces mundanas, se volvieron senderos en la sombra, bichitos-faroles que imitaban a los ovnis, cristales que decoraban con fulgencia la tierra con estrellas destellantes. Aunque quise tomarle una fotografía se escapó, no hay manera de atrapar el momento en que la tierra destrona al sol...
Por lo demás, la unicidad, bastión de mi decoro racional. Me trajé de allí una tonada renga y varias palabras mal usadas, la última vez vi brillar en la noche la música que decoraba el silencio. Hoy en baires, festejo con familia, duermo con mi gata y espero la espera de un concierto español. De punta a punta, fue hoy uno de los mejores días de mi vida.

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