martes, 18 de marzo de 2008

Ganas de no...

Porque aunque sea corto o largo, sin razones para darle importancia, me abrazo a tu ausencia por si acaso un día me acuerdo de esta noche: sentiré un hoy que habrá desaparecido, pero con mis ganas de no... dejar de, de no irme.
Con el sabor de la propulsión proveniente de los estallidos incensantes, al punto tal, de soportar aquello mismo que genera mis ganas de no apartarme, en la ambigüedad que ello apareja más las cuentas impagas alcanzando el defuault de ídolos pasados de moda, que vistiendo trajes relucientes se habrían convertido en casi todo y yo sólo puedo ser "feliz", feliz con nada.
De repente, en la práctica mis ganas de no, denotan que he crecido, y cuánto... con un Principito bajo el brazo sin perder la sonrisa, mucho menos la algarabía aunque me crean, recreo con astucia lo que supongo es aquella motivación atemporal revestida con excusas, usualmente llamada deseo.
No recuerdo los pecados, me confieso hereje (sin culpas) sin embargo no recuerdo lo que la amnesia del corazón me ha quitado ¿Para qué querer una historia que me aterrorice? ¿Para qué? Si mis ganas de no pertecen aquí y ahora, sin aquello ni lo que vendrá.
Porque tengo ganas de no volver, ni irme, tampoco voltear, ganas de estar acá también equivocándome, ya no importa cuán conveniente o el riesgo, el timón viró hacia la incertidumbre sembrando de nuevo como novedoso, estas ganas de no...
Es que no hay expectativas, no hay esperas, no hay metas.
Sólo mis ganas de no, más el principito, tu presencia -ausencia-, nuestro abrazo, mis lágrimas, a veces mi cobardía... pero sobre todo, lo posible.

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