viernes, 27 de junio de 2008

Alguna vez

Cuando empezás rompiendo aquel collage desarreglado, es siempre a condición de perder algo. Y ahora que me lo quiere arrancar, fuerte, muy forzado, el "ya" se estira, estilizado, insoportable. Pesado, es el retorno, tan denso como en serio es que me lo tomo, para agigantarlo, a pecho.
Ese silencio, debastador que romperías pero vuelve a enroscarte aquel karma que impide el disfrute, el relajo. Aquel insoportable ruido a bocinas, el que te aliena sin que puedas despegarte. Te chupa. Te sumerge. Es aquel, el insoportable peso que en su consistencia irresistible, se vuelve, imposible.
Nunca es por ahí, tampoco por allá. Es porque donde no querés andar, porque hay algo que no querés perder, hay algo a lo que te aferrás ¿Qué será mi querido... mi querido superyó? Pues, hazte a un lado, que aquí se desmantela tu encrucijada. Aquella, de la que me hacés cobarde, aquella a la que me hacés pertenecer, aquella que no compra ni vende, no siente ni llora, no tiene piedad, ni fe.
Mi humanismo superfluo, cubriendo el andragoso y desdeñado "coso" se diluye, recomponiéndose nuevamente, frente a tanto estupor. Su prohibido sabor y sus costras tan aguijonadas, me raspan tanto, las sufro demasiado. No me dejan una vuelta, no hay alternativas es o es, o no es. ¿Volverás a amenazarme de muerte? ¿Volveré a obedecerte? Sumisa a tus mandatos, me deslizo a hurtadillas para salirme de este meollo en el que compulsivamene me he entrometido, en tantos años, en cuantas cosas.


Me ha hecho esclava y si puedo elegir, creerme que puedo, creerme que elijo. Bajo estas circunstancias ¿Serán las notas aisladas las que mortifiquen y desluzcan el encanto? o será nuevamente el pentagrama, con unas notas alineadas, y silencios nombrados los me propuse componer. Escribir. Amor... de algo así se trata.
De construirle unas metáforas, una sintáctica frase hermosa que lo vista atractivom con collares y ornamentos decorosos, rococo. Tan barroco y romántico, tan presente y contempóraneo, revolviendo los azules pensamientos en un jarrón de cristal, transparente por donde aquella nervadura, hace inconfundible e irretornable el alma que el viento me quitó,
los futuros que no tendré, todos los deseos que no construí, como si alguna vez...
No queda más que el resto de esa espera desesperada, que cultiva expectativas vanas sobre la alfombra roja de las rosas que nunca, nombre tendrán.
Es el tiempo el amorfo se permite cambiar su forma, son los ritmos que mi exigencia no baila, los que traslucen esta antipatía que escondiendo la timidez que aunque parezca no ser así, es un no sé cómo se hace... ¿Me enseñás?


No hay comentarios: