jueves, 11 de septiembre de 2008

Histeria

E inventar este sueño con simplemente dos jirones de escenas.
E imaginar, tantas y cuantas vueltas y veletas de otros suspiros.
E investigar, que será de aquellas y de aquellos en sus vericuetos cotidianos.
Y envidiar, inconcientemente. Claro. Sólo es una queja.

Aclaro, por si acaso no se entiende este comentario. Vamos más allá de lo dicho y creemos un más acá de príncipes. Y esa es la historia de los hombres y las mujeres que escoltan, pero lo que atrapa es el misterio de lo que ella engendra, de lo que ella provoca. De todos modos ¿Qué nos importa él sino porque lo que nos importa ella? La chusma es así.
Entonces, de esta novela, no se salva ni la vecina. Sin embargo, lo que es peor es que hasta a ella le roban sus harapos, pero no todas. Alternativamente, el foco varía y según y según. Tampoco no todos, porque ellos también.

Cuando debiera ser un melodrama de tarde, casi siempre terminamos enredados en sus téntaculos seductores, como tales tan solo para sustraerse. Y después, tiran la zanahoria y ahí vas vos detrás pollereando. Las víctimas u omnipotentes, no dejarán de mostrarte el dulce... de gustarles el caviar y rechazartelo. "Lo quiero, pero no me lo des" es ley.

¿Y quién se divierte allí? ¿El director de esta película? ¿La víctima de este intenso fabular? Como si alguien pudiera pasarla bien o mejor, las desgracias están siempre repartidas e incluso muchas veces es peor. Entonces ¡Vamos a competir a ver quién está peor! Eso también lo disfrutamos.
En estas palabras, no creas que hablo yo -fiel obsesión musical-.
¡Es que con muchas me divierto mucho! Es una manera más sana de gozar que dándole vueltas al fin y nunca encontrarle el punto y aparte. Por lo que, ya no aclaro si oscurece, porque las nubes mojen este relato sabroso y el sol reine más allá de que amanezca o atardezca.
"Todo lo que sube, tiene que bajar". ¿Y si lo dejamos ahí?

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