lunes, 2 de marzo de 2009

Historia de un fantasma

Desprenderse y encontrarse, de lo que aquí mismo te petrifica y lo que allí mismo de un momento a otro se trasluce o se oye. lo que no quiere escuchar, lo que no quieres ver pero aún extraño te concierne, y en qué medida te cierne, recorta y bordea, cuál collage de lo innecesario, cuál certidumbre desgarrada.
la cobardía cuando valiente no se prende en la guerra de los pregnancias, en la lucha por la palabra o normalidad. Cuando de repende, sé sabe hacer y es la certeza sin gollete ni razón que estabiliza en un acto solemne... por qué viene a molestar aquí y derriba tan ferozmente esta pequeña obra de arte?
¿Será acaso así como se siente enloquecer?

Ideal del libertad, que el precio intachable nos vale en la piel, lo que más tétrico puede ser en el saber que se desconoce y sin embargo, concierne. "que no duerma mucho, no quiere decir que este siempre despierto". Os voy a contar una historia...

Es una noche calurosa, como la de este domingo pongamosle, sólo se oye el ruido del ventilador, una y otra vez, mientras el reloj le marca el ritmo tic y tac, tic y tac. Hay una persona acostada en su cama que no para de moverse de un extremo a otro y hace siempre el mismo recorrido, un mosquito zumba tse tse le muerde la piel que con estas temperaturas no puede más que ser salada.
Las horas pasan y el escenario es el mismo, está oscuro y sigue la misma orquesta tocando la misma canción. Finalmente, la vez levantarse se dirige al baño y cuando sale, antes de volver al desganado insomnio, va por un vaso de agua... pero que sucede? cuando está por abrir la puerta, un sonido fuertesímo se oye, también un perro ladrar sin parar... se queda enmudecida e inmovilizada: asustada, detrás de la puerta preguntándose ¿Qué carajo...? y todas las semánticas posibles que expliquen en una cabeza que desconoce completamente lo que allí está pasando, efectivamente lo que tiene lugar en la inmensidad de las paredes.
Finalmente, temblando y sigilosa, abre la puerta... se anime a prender la luz del pasillo, lo recorre hasta la otra punta, despacio, muy despacio, está extremadamente atenta a los ruidos inhospitos que podrían sorprenderla, llega a la escalera se queda mirando... y mira... y mira.... y escucha, y escucha y escucha... no habla, no camina, y sólo piensa en el miedo y en la soledad de la penumbra.
Al cabo, cuando toma coraje, ese intermitente que le alcanza para unos cortos pasos... baja las escaleras, se sabe que allí no hay nadie y sin embargo no puede dejar de pensar en que allí puede haber alguien y como un niño, para perder el miedo, ir a verificar que detrás del velo... no hay nada.
Llega a la planta baja, el perro se acerca y la olfatea... al fin, se relaja. Pero luego piensa "y si aparece alguien o algo... ?" para que se entienda, metafísico si quieren. Vuelve a mirar al perro... él sigue mirando, tampoco entiende demasiado que está pasando. El suspenso invade la escena y no puede más que quedarse esperando, expectante a ver si alguien aparece que no sea otra vez, profecía autocumplida y allí donde se suponía debía generarse un encuentro... otra vez el malentendido fantasma tiño de terror y oscuridad el designio, lo único que restó fue otra vez... quedarse esperando a ver cuando alguien se decidía a...


Fin.

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