jueves, 24 de septiembre de 2009

Olvidos Cotidianos I

¿Y qué hacés cuándo te olvidás las llaves de tu casa?
Si tengo el celular, llamo a casa y pregunto si hay alguien. Pero la vez que me pasó, no había nadie. No fue esa la primera vez que llamé y nadie acudió.

Peor una vez que perdí el celular. En realidad, fue una vez más, producto de mi olvido. Fuimos al gimnasio como acostumbramos con mi amiga Mariel, hicimos la clase, volví a casa, cené, me bañe y cuando a las 12 de la noche fui a buscar el celular no lo encontré. No me digan que no es una sensación ambigua esa que te arrebata cuando "no lo podés creer", cuando tratás de entender qué pasó y es una pantalla negra o blanca y no podés ubicar ese momento clave. La cuestión es que llamé. Apagado. Y bueno, no voy a llorar sobre los restos de lo descartable. Es más, asumí que era algo bueno estar sin celular, no sólo por el hecho de evitar su efecto cancerígeno, sino porque me sentía más libre. Verán, mi viejo no pensaba lo mismo. ¿Y ahora cómo me iba a ubicar? En vano era explicarle que si alguien quiere encontrarte, no necesita del celular, y pero es así, el aparatito ese de porquería, le hace tener al prójimo la ilusión de que sí. Por otr lado, es cierto que le molestaba más a los demás mi extravío que a mi.

Otra vez me olvidé la bufanda, la carpeta, los anteojos, la plata, los documentos, la entrada, la cita, el mate con amigas, la yerba, el horario que tenia que viajar, la de las llavé ya la nombré y muchas más.

Sin embargo, hay olvidos que duelen y disparan vaya a saber uno el odio o el amor de dónde. Cuando era más pendeja que ahora, salía con un chico. Un día, cristalización de un proceso, dije esto no puede seguir más así porque es más sufrimiento que placer, por lo que salida fácil: elegí por los dos. Yo creía que el estaba profundamente enamorado de mi y por tal, tenía que religiosamente llorar por mi todas las noche, estar en duelo por meses y hete aquí que no fue así. Rápidamente, se olvidó de mi. ¿Cómo podía ser? No lo podía concebir, agujero negro otra vez señores! Así que procuré despertar en él un profundo y grandísimo odio más que el amor que me había podido tener -dado que no había alcanzado- y una vez que nos encontramos en un boliche cualquiera, se podrán ustedes imaginar la idiotez que cometí.

Otros, en vez de que decidiera yo por ellos olvido o recuerdo, presencia o ausencia, han decidido por mi. En un circuito de intercambios diplomáticos y con ayuda del paso del tiempo más allá de las ofensas mutuas, acabaron por no consentir mi idiosincracia histérica en la formalización de un amigable trato muy parecido a la amistad. Lograron de ese modo, librarse así de mi insistente revindicación aunque un poquito tuvieron que padecerla. Un caso de esos, fue una vez que me olvidé la promesa que había hecho y me fui al carajo. Después que estaba todo bastante "tenso", me acordé. Claro, tarde. Siempre tarde Pez. Porque mi inconciente me avisa, de una forma extraña pero me alerta, así que no traiciona, después me devuelve la pieza que me faltaba para resolver la encrucijada, que ya es una película de suspenso, terror y amor (?). Tampoco colabora que la otra persona un austrolopithecus y no contemple que a veces también nos olvidamos que... En fin, eso desencadenó una "irrisoria" -para mi aun no entendia el porqué- reacción de agresividad en él, desconcierto en mi (Belle Indifference), con la consecuente entonces, suscitación de armado de la película. Yo de chiquita veía muchas novelas y pelis de Disney.
También me tocó padecerlo, así que tal vez es por eso que lo hago padecer... sin querer.
Una vez mi vieja se olvidó de mi. Yo salí del cole y mi vieja no estaba. Volví a casa y toque mucho el timbre, nadie acudió. De tanto timbre se ve que lo escucharon los fervecientes vecinos, porque eran nuevitos nuevitos. Me invitaron a pasar, yo siendo políticamente correcta y cuidando mi inocente niñez me negué de forma no muy convincente varias veces, pero finalmente entré. Me prepararon la merienda y me enseñaron a jugar al Pac Man en la PC (era la primera vez que veia una) Me sentía... oh! como nunca! Your majestic the baby! Y la vi pasar... a mi vieja desesperada por la ventana, me quedé mirando y pensando "¿Qué hago? Esta loca me va a matar". Tenía razones, mi vieja era genéticamente y culturalmente tana, y no sólo eso. Ya había pasado que ella se había olvidado de mi, yo había hecho la mía y al reencuentro: paliza. Hoy por hoy, me puedo reír y cómo! jeje
La cuestión es que le dije a mi vecino "la vi pasar a mi mamá". Ellos le habían dejado un cartel que obviamente mi vieja no había visto, la cual hubiera resuelto el enigma y me hubiera a priori, "salvado". Finalmente, mi vecino que ya estaba alertado de mi temor mamistico, se me anticipó e insistió para que mi exagerada madre no se la agarrara conmigo. Lo logró, afortunadamente para todos. No hubiera sido un buen comienzo de vecindad.
Otro día, sino me olvido, contaré matizado con invento, otros olvidos cotidianos. Algunos muy graciosos rozando lo patético. Pero así soy yo, una histérica olvidadiza.

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