lunes, 3 de mayo de 2010

A las escondidas

Si es lo que tu quieres,
así será.
Empiezo contando yo.

Vos te vas a ir
y yo te voy a buscar.

Es que lo que vos no sabrás,
a mi también se me ocultará
lo tanto que este juego
nos atraviesa por entremedio
y contorneando.

Te podría no buscar
y también me podría ir
entonces, serás tú quién
me buscará (o no).

Me podrías esperar
una eternidad, detrás de
la puerta del placard y
jamás yo volverte a hallar.

Ocultarte tan bien,
salir y picar, justo a tiempo.
Ganarme por partida doble.
Pero si alguien no deseara
encontrar a otro alguien...
tanto tanto, al punto tal que
de jugando, sea capaz de perderlo...

Me pregunto yo,
¿Qué tan finito puede ser
el límite entre el júbilo
y el espanto?

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