La apariencia tosca y abstemia, en la comedia de los días, sostén de la trama incierta, evoca un desierto de sentimientos. En los labios se reproduce un guión escrito por otro, los cuerpos al servicio de la voz gobernadora, de los pasos y los vientos.
Ella esconde, aunque evoque, que amante del amor, puede ser detrás; en las historias, en la imaginación; ilusiones “de mode”, tan desubicadas en las fauces feroces del panorama actual.
Que no se hayan perdido ciertas formas, convirtiéndose en deformes monstruos concatenados, en la amargura del sin-sentido, mas que el de la utilidad. Es que si no sirve como lacayo de los caprichos y los mundanos deseos… es como si no existiera; outsider de tiempo y espacio, en la complejidad social.
Es un personaje fuera de historia, a destiempo en la magnitud con que se aprieta el acelerador, velocidad irrefutable con que se tratan, y se tocan, y se disfrutan las cosas, que ya las personas han perdido el respeto por la alteridad, la dignidad.
Y nadie escucha, te toman por el papel representado en la obra siniestra del desasosiego; que peligrosa puede ser la soledad… termina por ser la tentación, a quien se resiste en el repudio. El exquisito dolor, que te aprieta las tripas y devuelve, al personaje impúdico que nunca dejó pasar… las palabras por su boca, de la sensibilidad de quien porta en su cuerpo, ropajes insospechadamente inverosímiles a la causa de su deseo.
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