lunes, 23 de abril de 2012

El Pez por la boca muere

El Pez por la boca muere dijo Sr. E, mirándome desafiante

como si no supiera que riesgo asumía yo, al decirle
todo lo que anoche le dije.

En la jerga, mi colega dijo: "con las palabras se paga"
Ojo con hablar de más! (como si se pudiera saber el justo punto)
Pero si las palabras no se gaiistan querido mío!
¿Qué necesidad de no usarlas? si en parte, para eso están..

Como cambia la escena, cuando la voz se pone en juego,
ese tren furioso que lleva de viaje
entre nosotros, lo magnifico y patético
de las consecuencias de lo que se dice.

Las palabras tienen cuerpo,
hacen cuerpo.
se incrustan en el cuerpo.
La palabra no te mira
para que la leas,
la palabras se ofrece a ser leída

En el casamiento de las mismas
surge la cordura o la locura,
el amor o el odio,
las ideas, los insomnios, los pensamientos,
la pregunta y su respuesta
la duda... y las vueltas,
los fallidos y tambien, el silencio.

No hay silencio sin palabras,
hay silencio natural o fingido
hay silencios obligados,
que te sacan las ganas...
hay silencios deseados,
que te invitan a soñar.

La palabra,
puede hacer el amor
más que las manos.

La palabra,
puede hacer el odio,
más que la venganza.

Y en definitiva,
el problema es que entre tu palabra
y la mía,
hay un abismo tan grande
que nunca vamos a entendernos.

Y aunque mi irrisoria neurosis
me empuje a leer una mirada,
ya no quiero adivinar en ella
como me queres. Vas a tener que pagar.
y también palabras ofrecer,
si lo que queres, es seguir viéndome.

También voy abandonar,
la maldita paja mental.
y gozar,
mi locura en las palabras
de morir en mi confesión
y más allá, resucitar
en mi deseo que al fin
viajó desde mi, hacia vos.

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