sábado, 7 de julio de 2012

Tramando

Para que Ale lea mi blog, 
un poco de amor francés...



Se fue. Esa noche no dijo nada, más que palabras vacías, pero llenas de inconfundibles temores. Miedos perversos que le imprimían una nota de estupor al cuerpo. Un cuerpo, tan vibrante que se derretía... la adrenalina de creer que no volvería más, aunque supiéramos que allí se jugaba algo realmente importante para ambos. Y los dos, se miraron punzantes mientras le daban vueltas al asunto. "Es simple", decía él, "nunca va a ser más que esto que tenemos, y no por mi, no por vos, por los dos que vivimos en el pasado", ella lo miraba aburrida, otra vez la misma cantinela. "Pero, en qué parte entendiste vos qué yo quiero algo más?". Ella no lo dijo, porque no lo sabía. Pero él lo supo desde el principio, lo podía leer más allá de lo escrito, lo podía vocíferar en el eco de sus palabras, en los intersticios de su cuerpo cuando se enredaban en una metáfora indomable.

El siguió como siempre, su camino sabiendo que podría sustituir con cualquier mujer, aquello que ella le podía dar, pero no con cualquiera, eso que a ella se le escapaba, aquello que de los actos, hacía poesía, eran tan exquisitos como contradictorios. "Sublime" -pensó-. Pero ahora había que volver a la rutina, de los días, sin su compañía. 

Ella, para variar, dibujaba en los espejitos de colores una sonrisa enamorada, comprendía claro está que había algo en ella que generaba el regreso de él, pero no sabía que era. Tampoco le servía demasiado, entender que sucedía o generar algún tipo de estrategia para que volviese... Ella deseaba tan profundamente que el la amara, que la abrazara en su sueños, en sus pensamientos que extrañase su falta, y que ello fuera más fuerte que cualquier obligación. Como la mayoría de las mujeres, ella quería que a la amara.

El no la iba amar por eso, por eso que ella quería. Y ella, no iba a poder lograr que la amara. Pero era tan pregnante, aquello que sucedía en la sinapsis de su encuentro que impedía que la química se desparramara. Ambos se encontraban bloqueados, más que por sus ganas o sus pensamientos, por el muro de sus miedos. 

1 comentario:

Julieta Millan dijo...

Que entrada tan profunda. Y cierta, nada se puede hacer ante el amor no correspondido, nada más que la resignación.