sábado, 3 de mayo de 2008

La

A mamá.

Sólo hay un La y yo la perdí. No fue mi responsabilidad, pero es mi angustia el efecto de su ausencia, me deslizo en la tristeza que empaña la sabiduría inundada de incertezas que se acurrucan en la confusión, ante la falta que me desvela y un antídoto que no existe, cubriendo vía adornos divinos con colores que no sean gris, el vacío sin eco que en su magnitud envilece la historia.
Entonces, descubro que más de una pseudosolución es posible y sólo a partir de la virtud que el conformismo se merece, con la costumbre a cuesta, me sumerjo en la posibilidad de un fantasma que acobije esta vigilia inmunda.
Sin lugar, donde frenar un segundo para enfrentar la lágrima que se me cae por no poder sostenerla, cuando el recuerdo de su voz me estremece la piel, inestable llanto sin aviso se hace omnipresente en más de una foto, con cada sonrisa que en el espejo se refleja y sólo a través de mi...
Desde lo más profundo regresa intocable, retorna como siempre y admiro su fuerza, pugno tan sólo por heredar su lucha incesante, aun mal pese, no es un peso insoportable, pues son sus manos... sus ojos felices, esas locuras aspirantes... sin embargo, el abrazo que voy a extrañar como más nada en el mundo cuando en el agobio desesperante, cuando me amedrenten los ardores de las circunstancias que sólo con una palabra lograba calmar...
La memoria me refugia cuando cada tanto me olvido, aunque sufra, es tan sólo el deseo de transformar la realidad, es tan sólo el imposible, que necesitando su respaldo, y su fuerza me termina destruyendo con su pérdida.
No deja de ser, y ello a pesar de todo, infinito el penar...inmenso el querer que no encuentra donde atisbar, un amor que con ella se fue otro amor que conmigo se quedó, cuando cada vez y en cada momento, particularmente en cada frase, busco tan sólo algo que me devuelve una parte de sí.
Tan sólo sobrevivo al tiempo, con un pedazo de espacio, para en el divertimento, pintar de colores... esta meláncolica nostalgia.
Como el tiempo apaña la herida, como el pañuelo consuela un suspiro de resignación, cerrado por derribo su lugar como La, permanece inmanente su amor y su deseo a mi lado.

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