viernes, 23 de mayo de 2008

Sobre las eSes: Soledad

Ser sólo en soledad, soleándose bajo un ocaso crepuscular, arde pero aplaca, duele pero no asfixia. Es el placer de la soledad que seduce con su negligencia o es el calor de un abrazo compartido que agobia con su apriosionamiento o quizás no se trata de ninguna de las dos variantes para inventar una tercera, una conjugación fatal entre adormecimiento y despertares.
Porque solo vuelven las cuentas, porque a uno le pasan las facturas, porque divide y triunfarás…porque siempre es maquiavélico el final solitario ¿Cuál es el precio que pagarás por tu libertad? Es esa la paradoja pacificadora, es esa la diferencia. Parece que existen miles, pero en realidad son muy pocos, depende que ojo mire hay una divergencia entre el aislamiento y la soledad, pues entonces, no confundir: al vino, vino y al pan, pan.
Volvamos a la soledad, entre las S y las mujeres, es la más atrevida, quizás también la más martirizante o por ahí, depende del para quién. Lo cierto es que los puentes se están levantando y al final uno no sabe si reír o si llorar. Por mi parte, la elijo debes en cuando, entre la letra y ella, la conjugación trágica que podría superar al polvo originario, si se suplementa la inex-sistencia, podría ser dramático el final.
Los poetas la han necesitado en demasía para poder escribir, aunque del amor también escribieron, a veces dudo si la soledad no era una musa incomparable. Por eso me pregunto, hasta qué punto un poeta podría entonces metaforizar un amor sin hacer mención a la dama lenta y perversa ¿Hasta qué punto, entonces, no hablar de la soledad?
Retomo, porque me voy esquivándola. Nuestra relación es así: uso y desuso, en ocasiones abuso, pero es ella la que me tiene a mal traer, y cuando de llega de noche… la consecuencias son nefastas! Y si es domingo mejor ni hablar...
Entonces ¿Cuál es el problema de acostumbrarse a sus labios venenosos? Es claro, también algo insípido, pero seguramente excesivamente peligroso y por eso la advertencia, si se trata de aislamiento es un gran muro para no enfrentarse con los propios deseo indisociable del factor miedo. Si se trata de soledad… a mi no me han dejado sola, yo los he echado. A mi no me han echado, yo los he dejado partir. Más allá de los juegos, sólo es uno el resultado, solamente sola. Porque cuando me jacto de mi indiferencia, no soy más que indiferente… y no me esperes, porque no llegaré. Estoy rodeando el tema, lo sé. No puedo más que rodearlo.
A ver, una vez más. Habiendo descifrado la diferencia, habiendo aclarado que no es para nada fácil, faltaría entonces el encuentro. El encuentro con el silencio, con la oscuridad, con la opacidad, con el destierro, con la futilidad… sobre todo y en sentido directamente proporcional, con la creación. ¿Cómo crear si hay tanta gente dando vuelta? ¿Cómo aprehender lo que deseo si me la paso satisfaciendo a los demás? Finalizando, el ser no es sino existiendo, solo en ello se trata de la soledad menguante, hay límites y cuándo me voy en este viaje de ida, me fui.

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